martes, 29 de octubre de 2013

Capítulo 25.

Narrado por Gin.

Los rayos de luz entran por mi ventana haciendo que me despierte. Miro mi móvil.

11.46, 31 de diciembre.

Ninguna llamada ni WhatsApp de Dani, como todos los días. No volví a saber de él desde el día en que se despidió de mi a las puertas del internado. 
El día que desayunamos juntos me contó, que se iría unos días a Nueva York a pasar las Navidades pero que volvería para noche vieja. El día en el que se iba le mande un WhatsApp para desearle buen viaje y decirle que nos veríamos pero no hubo respuesta.
Hoy se suponía que Dani llegaba a España según me había dicho Sam, y yo como una tonta seguía pensado en él.

Acéptalo Gin, sólo fuiste una más.

Me levanto con dificultad debido a que ayer salí de fiesta con mis amigas de aquí de Madrid, y voy hacia la cocina donde como no era de dudar, mi madre y mis tía están cocinando para la cena familiar de noche vieja. 

- Al fin te levantas, ya pensaba que te había pasado algo.- dice mi madre tan sarcástica como siempre.
- Muy graciosa.- le digo.
- Hola Ginebra pero que guapísima estas.- dice mi tía María, a la que veo en muy pocas ocasiones.
Me miro en un espejo antes de contestarle mis rizos están enmarañados en un moño mal hecho, mi pijama de hello kitty viejo deja mucho que desear, y el maquillaje esta corrido por mi cara.
- Yo no diría guapísima.
- Pues claro que lo estás, has crecido muchísimo desde la última vez que te vi.

María, tenía unos cincuenta años. Era muy bajita, su pelo marrón con algunas canas en la raíz, estaba siempre un poco despeinado debido al alboroto de sus rizos, y muchas veces en el se podían encontrar trenzas sin terminar que mi tía hacia cuando se aburría. Era una de las mejores personas que he conocido, y sus consejos sin duda los mejores.

- ¿Vas a hacer algo productivo esta mañana Gin?- oí la voz de mi madre  que volvía a la carga con su sarcasmo.
- Si ver la Mtv y hablar por el WhatsApp se considera productivo sí.- digo mientras miro en los cajones algo que desayunar, o almorzar mejor dicho.
-  Bueno entonces no querrás saber quien ha llamado y que me ha dicho.
- ¿Alguien ha llamado preguntando por mi?
Mi madre asiente con la cabeza, mi estómago da un vuelco pensando que Dani podía haber llamado.
- ¿No me vas a decir quien es? 
En ese instante el teléfono suena y mi madre es la primera en contestar, después de dos vales y un ahora se pone, me da el teléfono.
- Para ti.
- ¿Sí?
- Hoy hay fieeeeeesta en Madrid GinTonic.
- ¿Alicia?¿Eres tu?
- La misma.
- ¿No estabas en Londres?
- Estaba, me he venido a pasar la noche vieja con mi rizos favorita.
- Genial, ¿te vienes a mi casa a comer?
- Esperaba que me lo dijeras ya estoy de camino.
- Vale, en un rato nos vemos.
- Exacto, tienes mucho que contarme.
- ¿Cómo lo sabes?
- Te conozco demasiado Gin.
- Esta bien, ahora nos vemos.
- Hasta ahora.

Me voy a mi habitación a ducharme. Me encanta la idea de que venga Alicia pero la verdad es que hubiera preferido que el de esa llamada hubiera sido Dani. Tengo que dejar de pensar en él.
Salgo envuelta en una toalla a coger mi ropa. Alguien llama a la puerta.
- ¿Se puede?- la voz dulce de mi tía se oye desde fuera.
- Claro, pasa.
- Te has convertido en una chica preciosa Ginebra.
- Quitarme esas gafas y empezar a usas cremas anti-acné fue una buena idea sí.
- ¿Y los chicos?
- ¿Chicos?
- Sí, un tal Dani, el otro día cuando hablabas con esa tal Ángela parecía que no sabías hablar de otra cosa.- me dice con una sonrisa.
- Estas bien me has pillado.
Le cuento a María toda mi historia con Dani, saltándome las veces que se ha colado a mi habitación por supuesto. Ella escucha muy atenta, mientras me desenredo el pelo y me visto.
- Y bien eso es todo, ¿que opinas?
- Que los dos estáis coladitos el uno por el otro.
- Sí, por eso pasa de mi.
- Ginebra, los chicos a esta edad son así, pero estoy segura que no se ha olvidado de ti.
- Eso espero.
- Pero si el disfruta, hazlo tu también, no te reprimas a pensar en el. Bueno me bajó a ayudar a tu madre.- me da un beso en la frente y sale de mi habitación.

A los diez minutos una chica de pelo corto liso y moreno entra en mi habitación radiando energía por todos lados. Sus ojos marrones chocolate están perfectamente maquillados y cuando entra en mi habitación no se piensa mirarse en mi espejo mil veces.
- Gin, estas buenísima, ojalá fuera lesbiana para liarme contigo.
- Que tonta eres.
- Empieza a contarme cosas tengo todo el tiempo del mundo y Milka con oreo.
- Dame el Milka con oreo que me vaya consolando.

El día con Alicia me lo paso entre risas y locuras, cuando llega la tarde nos empezamos a vestir.
Alicia me plancha el pelo y me ciño en un vestido negro sencillo pero muy favorecedor, me pongo unos tacones rosa flúor de Alicia y me pongo una base de maquillaje. Después de las uvas Alicia y yo salimos rumbo a la discoteca.

Nada más entrar me dan una bebida y empiezo a escuchar la canción "Éxtasis" de Pablo Alborán.
- Me encanta esta canción, vamos a bailar.- le digo a Alicia.
- Ve tu, yo voy a pedir algo para mi de bebida.

"Tómame de los pies a la cabeza porque quiero ser el alaba derrama tu volcán de miel." 

Empiezo a bailar y no me tardan en llover pretendientes que se enganchan a mis caderas.

"Éxtasis, no salgo del asombro de tu énfasis."

Un chico lleva un rato bailando detrás de mi, y me giro para como es mi diversión de esta noche.
- ¿Gin?¿Qué haces tu aquí?
- Capullo de mierda. Y me voy corriendo de la pista.
- ¡Gin espera!

"Que cálido aliento se escapa de ti se pierde en mi cuello de principio a fin desde que me rozaste yo ya me perdí, me vas a sentir." 

La música atronadora sigue sonando, y me escondo detrás de una columna cuando Alicia me ve.
Y viene hacia mi.

"Tómame de los pies a la cabeza porque quiero ser el alaba que derrama tu volcán de miel, bésame tápame la boca con tu boca por que quiero arder." 

- Gin ¿qué haces aquí?
- Es él Alicia, el esta aquí.
- ¿Él?¿Quién es el?
- ¡Dani!¡Dani, está aquí!

Me voy corriendo y salgo a la puerta de la discoteca, llueve bastante, y no tardo en empaparme empiezo a andar cuando me choco con alguien y me caigo al suelo. 
Me quedo sentada y llorando.
- Vaya, que casualidad que siempre te encuentre empapada y llorando, tenemos que empezar a vernos de otra manera.
Esa voz...
- ¿César?
- El mismo.

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